Posesión, presión alta y circulación paciente definen la propuesta con la que el combinado inglés afronta el Mundial 2026: salida limpia desde atrás, laterales muy profundos y constante llegada desde segunda línea.
Enfrente, la escuadra cafetera apuesta por una identidad diferente: toque fino sudamericano, cambios de ritmo bruscos, mucha asociación por dentro y extremos que buscan el uno contra uno siempre que encuentran espacio.
Ya se cruzaron en un dramático duelo de octavos en 2018, resuelto en la tanda de penaltis tras un 1-1 cargado de tensión, y también compartieron grupo en la edición de 1998. Ese historial reciente añade picante a un choque en el que ningún punto sobra: en una fase de grupos mundialista, un simple detalle puede separar al conjunto que se lanza hacia los octavos del que queda contra las cuerdas.
Continuidad competitiva y evolución táctica sostienen el estatus de los británicos como una de las grandes potencias del último ciclo: semifinal en 2018, final continental en 2021 y cuartos de final en Qatar 2022, impulsados por el olfato goleador de Harry Kane y el talento de Jude Bellingham y Bukayo Saka.
El cuadro cafetero, que en 2014 se quedó a un paso de las semifinales y mantiene un rol estelar en la Copa América, confía en la pegada de Luis Díaz, la pausa de James Rodríguez y el equilibrio de un centro del campo muy compensado.
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